ENFERMEDAD DE ALZHEIMER Y OTROS TRASTORNOS NEURODEGENERATIVOS
Cuando hablamos de demencia nos referimos a aquella situación, fuera de la normalidad, que se caracteriza por la disminución global de las funciones cognitivas, cuya consecuencia inmediata es la de interferir en las actividades habituales de la persona y provoca, en la mayoría de los casos, alteraciones del estado de ánimo y del comportamiento.
Casi la mitad de las personas mayores de 85 años, sufren algún tipo de demencia. A nivel mundial se estima que unos 35 millones de personas en todo el mundo la padecen, de los cuales 600.000 se encuentran en España.
La progresiva discapacidad de las personas con demencia y la dedicación que requieren por parte de sus cuidadores, convierten a estas enfermedades en una de las principales causas de dependencia en nuestra sociedad.
DISTINTAS FASES EN LA ENFERMEDAD DE ALZHEIMER
ETAPA INICIAL
Esta primera etapa va a estar caracterizada por la aparición de pérdidas de memoria. Ocasionalmente se le olvidan algu- nas cosas, pueden desorientarse en lugares poco conocidos, olvidar sus citas o algunos nombres. Estas pérdidas de memo- ria que pueden pasar inadvertidas en un principio por ser bas- tante leves, con el tiempo pueden interferir en el día a día de la persona. Aún así en esta primera fase todavía conserva un alto grado de autonomía, aunque es posible que empiece a expe- rimentar falta de espontaneidad, de iniciativa, signos de apatía y cambios de humor que le harán, en algunos casos, tender al aislamiento. Tiene dificultad para resolver nuevas situaciones así como para organizar actividades.
ETAPA MODERADA
En esta fase se agrava la situación. Ya no hay duda del diagnóstico, haciéndose totalmente evidente para familia y alle- gados. Disminuye la memoria reciente y empiezan a producir-se cambios de comportamiento más acusados: agresividad, miedos, alucinaciones, etc. Pasa a ser más dependiente, necesitando ayuda para el autocuidado, es incapaz de tra- bajar y se muestra confuso con facilidad, necesitando una supervisión diaria de todo lo que hace. Aunque en esta etapa las conversaciones superficiales pueden verse conservadas, cuando se profundiza empiezan a observarse dificultades. El lenguaje empieza a verse más afectado: repite frases, no las acaba, le cuesta relacionar y diferenciar conceptos. Pueden llegar a perderse incluso en lugares que hasta el momento les eran familiares.
ETAPA GRAVE
Todas las áreas relacionadas con la función cognitiva de la persona se en- cuentran afectadas. Pierde la capacidad para hablar correctamente, o repite fra- ses inconexas una y otra vez. No pue- de reconocer a sus familiares y amigos, ni se reconocen ellos mismos frente al espejo. La desorientación es total. De- penden absolumentamente de sus cuidadores para satisfacer todas sus necesidades, incluso las más básicas. En cualquier etapa de la enfermedad in- cluso en esta tercera, será necesario recordar que su sensibilidad y necesidad de afecto siempre van a estar presentes y deben ser el eje central sobre el que se articulen el resto de intervenciones, tanto de familiares y cuidadores como de los profesionales que a diario trabajamos con esta enfermedad.
NO TODO ES ENFERMEDAD DE ALZHEIMER
La enfermedad neurodegenerativa más frecuente es la enfermedad de Alzheimer, que supone un 60% de los casos aproximadamente. Sin embargo, existen otros tipos de demencias
neurodegenerativas como la demencia frontotemporal, la demencia por cuerpos de Lewy o la demencia asociada a la enfermedad de Parkinson o la esclerosis lateral amiotrófica. Todas ellas tienen la característica común de ser producidas por el acúmulo de agregados de diferentes proteínas que ocasionan la destrucción de determinados tipos de neuronas.
Existe otro gran grupo de demencias de origen no neurodegenerativo que son consecuencia de una enfermedad neurológica o de otro problema médico bien definido. Entre las principales causas de este tipo de demencias están las enfermedades cerebrovasculares, determinadas infecciones, los déficits de determinadas vitamina, el consumo crónicos de alcohol o alteraciones en la dinámica de circulación del líquido cefalorraquídeo entre otras. Lo característico de este grupo de demencias, es que muchas de ellas se pueden revertir con un adecuado y precoz diagnóstico y tratamiento. En otros casos, existen medidas preventivas para disminuir el riesgo de desarrollar estas patologías.
Tenemos dos familias de fármacos en la Enfermedad de Alzheimer destinadas a producir cambios en dos neurotransmisores implicados en la conducta y en procesos cognitivos como la memoria y el aprendizaje. Son:
Los fármacos inhibidores de la enzima acetilcolinesterasa (IACEs). Fueron los primeros fármacos comercializados para el tratamiento de esta enfermedad, entre ellos se encuentran el donepezilo, la galantamina y la rivastigmina.
La memantina, un antagonista del receptor del N-metil-D-asparato (NMDA) que actúa sobre la actividad del glutamato.
El momento en el que estos fármacos deben ser introducidos o retirados está sujeto a indicaciones médicas que deben ser supervisadas por profesionales especializados. En líneas generales, el tratamiento con IACEs debe iniciarse tan pronto como se diagnostique la enfermedad de Alzheimer, siempre y cuando no sea seguro y no existan situaciones médicas que lo contraindiquen.
En general estos fármacos son bien tolerados aunque existen síntomas adversos relacionados con la medicación, principalmente digestivos (como náuseas, vómitos, diarreas, pérdida de apetito…). Generalmente estos efectos adversos se relacionan con la dosis del fármaco, de manera que a mayor dosis, más probabilidades de tenerlos. Por eso se intenta aumentar las dosis de estos fármacos de forma escalonada y paulatina, para mejorar la tolerancia y minimizar los posibles efectos adversos.
Título de la descripción
nceptualizar a la persona como una realidad personal, familiar y social, implica que el tratamiento de una enfermedad tan compleja y cambiante como la enfermedad de Alzheimer se extienda de forma holística y más allá del aspecto puramente farmacológico, a los ámbitos personales, familiares y sociales del individuo. Cada vez es mayor la profesionalización de la atención integral a estos pacientes en centros especializados mediante intervenciones bien diseñadas y planificadas que tienen como objetivo estabilizar y mejorar algunos de los síntomas de la enfermedad de Alzheimer.
De todas las atenciones no farmacológicas, la estimulación cognitiva es fundamental. Este tipo de intervención debe ser llevada a cabo por profesionales cualificados que adapten e individualizar la terapia a las necesidades y capacidades de la persona. Existen múltiples estrategias de intervención cognitiva pero todas ellas tienen como objetivo mejorar aquellas capacidades que impacten de forma positiva en la realización de las actividades diarias de la persona, mejorando su autonomía.
Uno de los fundamentos de esta terapéutica es conseguir respuestas optimizadas en cada caso, incidiendo en la preservación y prevención de deterioro funcional de la persona. Es importante empezar este tipo de terapias en las fases más precoces de la enfermedad, dotando a la persona de herramientas que pueden mejorar su calidad de vida. Así, la terapia tiene también un claro beneficio a nivel anímico, ya que despierta emociones positivas en la persona y mejora su autoestima.
A nivel familiar, es importante formar a los seres queridos de la persona para que sepan cómo intervenir en el ámbito doméstico a través de intervenciones psicoeducativas y de terapia ocupacional que serán beneficiosas para el paciente y para los propios familiares.
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